25 de julio de 2011

Centro Niemeyer de Avilés: ¿referente cultural asturiano?

Lo del Centro Niemeyer no deja de resultarme curioso. Desde su inauguración el pasado 26 de marzo, o, en realidad, desde mucho antes, el complejo cultural de Avilés ha tenido una gran presencia en televisión, periódicos, radios y encuestas varias sobre los símbolos arquitectónicos más representativos de Asturias. Son muchos los que afirman que el centro supondrá un revulsivo de la vida cultural asturiana, y que atraerá a artistas de renombre a la ría de Avilés, logro que, por cierto, ya está consiguiendo -Woody Allen, Kevin Spacey y Omar Shariff ya se han paseado por su plaza-. Sin embargo, me sorprende esa incuestionable confianza en las posibilidades del Niemeyer.


17 de abril de 2011

El Angliru, una experiencia apta para unos pocos

Siempre he admirado a los ciclistas. Tantas y tantas horas subidos a una bicicleta pedaleando sin descansar es toda una demostración de esfuerzo, sacrificio y determinación. Siempre he pensado que requiere valor. Hoy, además, creo que a veces también necesita de poderes sobrehumanos.... porque, ¿cómo, si no, puede un ciclista subir los 12 kilómetros y medio que llevan al Angliru y que presentan pendientes de hasta el 23,6%? ¿Cómo puede lograrlo sin caer desmayado en el intento? Pues fácilmente no, eso está claro, o de lo contrario el periódico Marca, durante una de las cuatro Vueltas a España que pasaron por aquí, no lo hubiera descrito como 'el infierno'...

Subiendo el Angliru, de Rubén Marcos

31 de marzo de 2011

Museo Etnográfico del Oriente de Asturias

De los catorce museos etnográficos que se reparten por toda Asturias, hay uno que llama especialmente la atención. Se trata del ubicado en la localidad de Porrúa, a poco más de 3 kilómetros de Llanes, que se conoce como el Museo Etnográfico del Oriente de Asturias y que en sus 400 metros cuadrados de exposición recorre los usos y costumbres de la zona.

Entrada al Museo Etnográfico del Oriente de Asturias

17 de marzo de 2011

Visita exprés: Candás

Dos meses y siete días más tarde, vuelvo a este blog. No es que haya abandonado Asturias, o que haya desistido en mi afán por retratar una región repleta de costumbres y rincones especiales; el motivo de mi ausencia se debe, sencillamente, a uno de los muchos avatares de la vida cotidiana que requieren tiempo, mucho tiempo. Pero, aún faltándome los minutos, he querido recuperar este espacio porque, ahora más que nunca, estoy disfrutando de las ventajas de vivir en Asturias.

Una de esos aspectos positivos es la oportunidad de olvidar los problemas y despejar la mente con una visita exprés a cualquiera de los numerosos pueblos repartidos por la costa Cantábrica. No sé a vosotros, pero a mí ver el mar me carga de energía. Por eso, el otro día, un viernes fatídico que afortunadamente ya he olvidado, me escapé a Candás, una localidad de aproximadamente 7.000 habitantes a media hora de Oviedo y sólo 13 kilómetros del Cabo de Peñas, el punto más septentrional del Principado.

Candás es un pueblo relativamente grande y turístico, con sus sidrerías, su playa y un puerto que, según la Wikipedia, en el pasado gozó de importancia. Además, cuenta con un conocido museo, el dedicado a la figura del escultor Antonio Rodríguez García, Antón, que destaca, sobre todo, por disponer algunas de esas obras diseminadas por un precioso parque sobre los acantilados. Ese rincón, que no pude visitar pero sí me lo he anotado para una futura escapada, quizás supone el principal atractivo turístico de Candás junto con el paseo marítimo.

Playa de la Palmera desde el paseo marítimo

Fue en ese paseo, con el Cantábrico a un lado y una pared de montaña al otro, donde logré olvidarme de mis preocupaciones y recordé que la vida es muy corta como para desperdiciarla con inútiles remordimientos. No puedo decir que fuera el paseo marítimo más impresionante jamás visto, ni mucho menos, pero su sobriedad y una cierta claustrofobia que me hizo pensar en la ausencia de escapatoria en el caso de un improbable tsunami -ese día fue el terremoto de Japón- le dan un toque especial.

De hecho, lo poco que conocí de Candás -como he dicho, fue una visita rápida- me recordó a Cudillero, como si se tratara de un Cudillero más urbanizado y gris, con su larga pendiente que cruza el pueblo hasta acabar en el puerto y el paseo marítimo.

Vista aérea de Candás, via Granadablogs

10 de enero de 2011

Museo de la Minería de Asturias, visita a las entrañas de la Tierra

Si por algo destaca Asturias del resto de regiones de España, aparte de por la sidra, las gaitas y las verdes montañas, es por la minería. De ahí que el segundo museo más visitado de la Comunidad sea, precisamente, el dedicado a este sector, el Museo de la Minería y la Industria de Asturias, o lo que es lo mismo, el Mumi. Ubicado junto a la localidad de El Entrego, en plena cuenca del Nalón y a unos 10 kilómetros de Oviedo, este centro puede presumir de recibir más de 26.000 visitas en los meses de verano, y eso, según La Nueva España y los datos de 2009, sin apenas promoción. Con esos antecedentes, ¿quién se resiste a darse una vuelta por el museo?

Fachada principal del Mumi

12 de diciembre de 2010

Una nueva rutina

Una de las habilidades del ser humano es su capacidad de adaptación a nuevos territorios. Lo que al principio se antoja inhóspito y complicado acaba convirtiéndose, con el paso del tiempo, en la cómoda rutina de todos los días. En ocasiones este nuevo hábitat poco o nada tiene que ver con el anterior, con lo que la hazaña de su nuevo inquilino es digna de elogio; otras veces, sin embargo, el nuevo territorio tiene de novedad apenas unos pocos pequeños detalles, pero son detalles a los que, al fin y al cabo, hay que acostumbrarse. Ése es mi caso.


15 de noviembre de 2010

No pudo ser

Nunca he sido aficionada a los deportes ni a meterme en la fuente -nunca, mejor dicho, hasta hace un par de años-, pero siempre me han gustado las celebraciones. Por eso esperaba ayer ilusionada el momento de salir corriendo hacia la plaza América para festejar con un chapuzón el tercer título mundial de Fernando Alonso. Quizás me encontrara a unos cuantos cientos de kilómetros de Oviedo, pero mi atención se encontraba en la rotonda a la que, con suerte, llegaría en un par de horas. Sin embargo, no pudo ser. Una mala estrategia de Ferrari, dicen unos, y un coche que jamás ha sido del todo competitivo, aseguran otros, le arrebataron el Mundial al asturiano y facilitaron la incuestionable victoria del siempre sonriente Vettel. Y, mientras tanto vencedores como vencidos daban rienda suelta a su lágrimas, Oviedo entera se lamentaba de la ocasión perdida. Otra vez será, pensaba la ciudad. ¿El próximo año, quizás?