10 de enero de 2011

Museo de la Minería de Asturias, visita a las entrañas de la Tierra

Si por algo destaca Asturias del resto de regiones de España, aparte de por la sidra, las gaitas y las verdes montañas, es por la minería. De ahí que el segundo museo más visitado de la Comunidad sea, precisamente, el dedicado a este sector, el Museo de la Minería y la Industria de Asturias, o lo que es lo mismo, el Mumi. Ubicado junto a la localidad de El Entrego, en plena cuenca del Nalón y a unos 10 kilómetros de Oviedo, este centro puede presumir de recibir más de 26.000 visitas en los meses de verano, y eso, según La Nueva España y los datos de 2009, sin apenas promoción. Con esos antecedentes, ¿quién se resiste a darse una vuelta por el museo?

Fachada principal del Mumi

El principal atractivo del centro, e intuyo que la razón principal de su éxito, es la visita guiada a la Mina Imagen. Bajando en la jaula a unos '600 metros de profundidad' -no seré yo quien desvele el secreto-, el visitante comienza a sentir ya la presión de encontrarse bajo tierra y la valentía del trabajador que emprende ese viaje cinco días a la semana. Una vez en la mina, el guía explica las distintas formas de asegurar las galerías y de extraer el carbón de las vetas, e incluso ofrece la oportunidad de sentirse, por unos minutos, como un verdadero minero. Acompañado en todo momento del ruido que debe de escucharse en una mina real, el visitante se da cuenta -si no lo sabía ya- de lo duro que resulta el trabajo bajo tierra, y no puede evitar sentir una pizca de admiración por todas esas personas que un día tras otro completan su jornada laboral bajo la superficie.

De nuevo en la primera planta del museo, el visitante investiga los distintos tipos de maquinaria que se han empleado en Asturias a los largo de los siglos, desde rudimentarios armatostes que extraían agua hasta una sofisticada máquina de vapor. De ahí pasa a la Casa de la Pólvora, una zona en la que la fundación de la antigua Unión Española de Explosivos, hoy Maxam, expone parte de su legado y acerca al visitante una industria de la que muchos apenas hemos oído hablar.

Siguiendo la ruta marcada, de la pólvora pasamos a la medicina, de ahí a la electricidad, y por último al mundo de los minerales. Una visita muy completa en la que descubrimos las condiciones en que vivían los mineros de antaño y que, para quien disfrute deteniéndose en cada explicación que encuentre, resultará agotadora. Eso, y quizás también un tanto incoherente, porque, por mucho que intente encontrarle explicación, sigo sin entender qué pintan en el Mumi unos moldes que imitan la gestación de un bebé.

En cuanto a las instalaciones, el edificio del Mumi invita a perderse en su interior, el aparcamiento exterior es amplio y la tienda de regalos, para los más 'friquis' de los museos, es lo bastante espaciosa para poder elegir tu recuerdo sin darle un codazo al de al lado.

En definitiva, si pasas por la cuenca del Nalón -Langreo y alrededores- y tienes unas dos horas para entretenerte, no dejes de visitar el Mumi. No obstante, si lo tuyo no son las ciencias, avisado estás de que quizás, con la bajada a la mina, tengas más que suficiente.

1 comentario:

  1. Para los que hemos estado allí, lo de los 600 metros, no es ningún secreto XD. Aunque no lo desvelaré yo tampoco ;)

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