Nunca he sido aficionada a los deportes ni a meterme en la fuente -nunca, mejor dicho, hasta hace un par de años-, pero siempre me han gustado las celebraciones. Por eso esperaba ayer ilusionada el momento de salir corriendo hacia la plaza América para festejar con un chapuzón el tercer título mundial de Fernando Alonso. Quizás me encontrara a unos cuantos cientos de kilómetros de Oviedo, pero mi atención se encontraba en la rotonda a la que, con suerte, llegaría en un par de horas. Sin embargo, no pudo ser. Una mala estrategia de Ferrari, dicen unos, y un coche que jamás ha sido del todo competitivo, aseguran otros, le arrebataron el Mundial al asturiano y facilitaron la incuestionable victoria del siempre sonriente Vettel. Y, mientras tanto vencedores como vencidos daban rienda suelta a su lágrimas, Oviedo entera se lamentaba de la ocasión perdida. Otra vez será, pensaba la ciudad. ¿El próximo año, quizás?
En este blog sabes resaltar lo bueno de Oviedo mejor que muchos de los que hemos vivido en esa ciudad toda la vida, enhorabuena
ResponderEliminarGracias por tu comentario, me ha animado a recuperar el blog, que lo tenía algo abandonado...
ResponderEliminarMerece la pena que sigas, y disfruta de Asturias ;)
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